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  • OndaCero
  • Publicado: 04/04/2025
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Monólogo de Alsina: "Paisaje después del trompazo"

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Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre las reacciones de los diferentes países a los aranceles de Donald Trump.

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El día siguiente al trompazo arancelario.

Primero fue la estupefacción. Después, la asunción de que el problema que se viene es gordo. Más tarde, el sobresalto de las bolsas. Y ahora ya estamos en la fase de concretar la respuesta y paliar los daños. No parece que, salvo Trump, el equipo de Trump y el coro de hooligans de Trump, se haya sentido nadie liberado con la embestida arancelaria que anunció en su propagandero día de la liberación de América, América primero, pobrecita América expoliada y estafada y resto de eslóganes de saldo que el presidente tiene abrasados de tanto usarlos. En lugar de día de liberación, ‘día de la inflación’, dijo el ministro alemán de Economía. ‘El día de la ruina’, lo ha llamado The Economist. En una portada en la que dibuja a Trump armado con un serrucho ---serrucho que no motosierra, Milei--- aserrando el mapa de los Estados Unidos para dejarlo aislado del resto del mundo. Sin grandes diferencias a pesar de sus diferentes líneas editoriales, la prensa económica coincide en que las explicaciones trumpistas para sembrar de obstáculos el comercio de las demás naciones del planeta con los Estados Unidos no tiene ni pies ni cabeza. Expresiones como retorno un pasado fabulado, nostalgia del siglo XIX o vandalismo comercial salpican los comentarios aquí y allá. Entiéndase, en Europa y en Estados Unidos.


La cataplasma argumental, o argumentaria, quizá valga para las primeras semanas de encarecimientos, escasez de productos importados o cierre temporal de fábricas ---Stellantis, que es la empresa europea que salió del matrimonio entre la Fiat y la Chrysler, ha comunicado a novecientos empleados de sus plantas en Michigan y en Indiana que la actividad queda suspendida hasta nueva orden---, la cataplasma argumental quizá valga para las primeras semanas, pero después tendrá que empezar el comandante en jefe del populismo obstruccionista a presentar resultados. Es lo que se espera de una nación que, con Trump o sin Trump, sigue teniendo contrapoderes, prensa crítica y fiscalización de la opinión pública.

Para la Unión Europea, el trompazo arancelario es, de entrada, una prueba a la solides de su unión. Cómo de firme es la unión de la Unión, valga la paradoja. La presidenta Von der Leyen y el presidente Sánchez, por la parte que nos toca, subrayaron ayer (los dos) lo imprescindible que es mantener la unidad ante esta nueva crisis ---cuántas llevamos ya--- que encara la sociedad europea.

Pero ocurre que ha asomado ya la primera fisura. Una divergencia incipiente expresada por la primera ministra italiana ---antes ‘Querida Giorgia’ y ahora en fase de ‘Ya te vale Giorgia’--- Meloni.

Italia es la tercera economía de la Unión Europea y su gobierno es el que mayor afinidad ha venido exhibiendo al discurso trumpista ---sólo superado por Orban, que en trumpismo y en putinismo es, simplemente, insuperable---. Meloni se ha desmarcado de Trump en la guerra de Ucrania y el pasteleo con Rusia y ha lamentado que opte ahora por el obstruccionismo comercial, pero la quien tuvo, retuvo y en sus declaraciones siempre se encarga Meloni de mantener viva la llama del aprecio trumpista. No está segura de que la mejor respuesta a los aranceles de Estados Unidos sea aplicar aquí más aranceles.

Pero visto lo visto ---y oída Meloni--- habrá que esperar a que el debate entre gobernantes europeos se despeje y Von der Leyen, más allá de la retórica, anuncie qué teclas comerciales tocamos. La respuesta lo que busca es disuadir al gobierno trumpista de seguir adelante, pero puede abrir una espiral acción-reacción que acabe llevando los aranceles más allá de cualquier escenario hoy temido.

Por un lado está la respuesta al trompazo, por otro, el plan de control de daños. Cómo paliar ---mitigar, dijo ayer el gobierno--- el impacto del encarecimiento de los precios para los productos españoles en los Estados Unidos. Apuntalamiento financiero del Estado a las empresas exportadoras españolas. Tanto las medidas como el esquema es un remake de lo que se hizo cuando la pandemia. Y si entonces puso el presidente al frente del comité de crisis a cuatro ministros, en esta ocasión ha encomendado a uno que atienda todos los frentes: las ayudas, la interlocución con las empresas, la relación con los grupos parlamentarios y la interlocución con el PP. El comité de crisis se llama Carlos y se apellida Cuerpo. Es el ministro de Economía ---y como él acostumbra a recordar, de Comercio--- y estará a las nueve de la mañana en este programa.

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