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- OndaCero
- Publicado: 20/11/2024
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Rafa Latorre centra su monólogo de las ocho en la comparecencia de Teresa Ribera en el Congreso y Senado, así como en la operación de Feijóo y la reforma fiscal que trata de sacar adelante el Gobierno.
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Tarde de intensa actividad en ambas cámaras, que han auspiciado un desagradable debate sobre las responsabilidades de las catástrofe. La razón por la que Teresa Ribera ha comparecido en el Congreso es que era uno de los requisitos para acceder al cargo que ansía, porque hace tiempo que todo está supeditado a conseguir que le voten como vicepresidenta de la Comisión Europea, fin superior al que se ha sacrificado incluso el cordón sanitario a la extrema derecha. Lo que nos decían que era lo más sagrado. Porque esa es la otra condición que le permitirá acceder al cargo: el apoyo del Gobierno español a los candidatos de Meloni y Orbán.
Lo que demuestra que el fin nunca fue cerrar el paso a los reaccionarios, como se dijo para justificar el Gobierno imposible y la legislatura inviable en España, sino que el cordón era el medio y el Gobierno era el fin. Y cuando el cordón se ha convertido en un obstáculo para obtener el fin sagrado de los cargos, se deglute y punto. Bienvenidos Meloni, Orbán y quien haga falta al progreso.
La operación de Feijóo para derribar a Teresa Ribera ha fracasado, revela que tiene un problema con la pegada de su estado mayor y ahora tendrá que tomar una decisión delicada, que es si quiere votar en contra de una Comisión presidida por su partido en Europa.
La operación del PP para derribar a Teresa Ribera ha fracasado, porque en su grupo no la han acompañado. Ahora bien, sí reivindican el éxito algo escuálido de obligarla a dar explicaciones en las Cámaras y retratar a Sánchez tragándose el cordón sanitario. Éxito escuálido porque palidece ante la imagen del Partido Popular Europeo votando a favor de Ribera como vicepresidenta de la Comisión.
Y además, la tercera condición que se le había impuesto ha decaído. Manfred Weber ya ha informado de que no le exigirán que se comprometa a dimitir en caso de resultar imputada. Lo que harán será pedirle la dimisión en caso de que eso ocurra, que es bien distinto.
En cuanto a la comparecencia, Ribera no ha hecho ni un atisbo de autocrítica. Ante los ataques del Partido Popular, ella ha asegura que la información de la Confederación Hidrográfica del Júcar fue puntual y correcta, sin apagones. No ha hecho nada mal y a pesar de que la DANA le cogió en Bruselas pensando únicamente en su nuevo destino dice que estuvo al minuto de la crisis. Esta defensa la ha combinado con ataques a Carlos Mazón… y a Mariano Rajoy… sí a Rajoy.
Parece que todos los males de este país proceden de la época ya remota de Rajoy, porque quizás le sorprenderá a Ribera saber que Sánchez ha gobernado ya más tiempo del que gobernó Rajoy y siempre con ella en puestos de máxima responsabilidad. De manera que resulta poco creíble culpar también del abandono del barranco del Poyo a la herencia recibida.
Hoy le ha dimitido a Mazón el director de la tele pública valenciana. Digo que «le ha dimitido» porque Mazón demostró que la considera suya cuando dijo que le había ofrecido a otra periodista en un almuerzo la dirección de los medios públicos. A ver la razón que ha ofrecido Alfred Costa es la muy convencional «motivos personales», pero su decisión irrevocable de dimitir es indisociable de la excusa que presentó Mazón para justificar el retraso de su incorporación a la reunión del comité de coordinación de emergencias.
La expectación es total. Podemos puede sentirse gratificado. Porque goza de un protagonismo inédito desde que Yolanda Díaz montó eso que se llama Sumar. De Podemos depende la aprobación de una reforma fiscal que es crucial para el Gobierno. María Jesús Montero está tensa. Porque hay quien la culpa de haber arruinado una votación que estaba ganada con esa práctica lamentable y habitual de rellenar las iniciativas legislativas con todo tipo de medidas… a ver si cuela. Porque la trasposición de la directiva europea para el impuesto de las multinacionales se la habrían aprobado el PP y hasta Vox y así se hubiera desbloqueado la generosa partido de fondos europeos que nos arriesgamos a perder.
La cuestión es que el Gobierno trata ahora de convencer a Podemos. Pero la única manera de convencer a Podemos es garantizándole que van a prorrogar el impuesto a las energéticas, pero si hacen eso, quien se baja de la reforma es Junts, que exige su extinción. Ya ven, a esto llamamos legislatura. Se nos dijo que todo este lío tenía una justificación: evitar que la extrema derecha accediera a responsabilidades. Pero hoy después del pacto de los socialistas con Orbán y Meloni para el nombramiento de Ribera, sabemos que no era verdad, el fin siempre fueron los cargos.