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- OndaCero
- Publicado: 18/02/2025
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Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre las novedades en el conflicto en Ucrania, lo que dio de sí la reunión de este lunes en París y la disputa entre PSOE y Sumar por la tributación del SMI.
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Todo será que la cosa se acelere y salga hoy de Arabia Saudí algo concreto. Trump y Putin, Putin y Trump, no quieren que el asunto se enfríe. Ambos declaran lo urgente que es terminar con la guerra de Ucrania -perdón, operación especial de seguridad, que es como el ruso sigue llamando a hacer llover misiles e invadir con tanques a su vecino- y pretenden ofrecer resultados bien pronto. Han elegido Riad para estrenar hoy la negociación entre sus ministros de Exteriores y sin el gobierno de Ucrania, por supuesto. Y el anuncio se lo cedió la Casa Blanca al Kremlin, que fuera Putin quien informara al mundo de la feliz noticia de que la paz se acerca como si no fuera él, Putin, quien ha tenido en su mano hacer posible la paz todos estos años haciendo algo tan simple como retirar sus tanques y sus soldados y permitir que Ucrania siga su destino como nación soberana e independiente. Soberana, independiente y con los aliados que ella elija.
En lo que sí hay coincidencia de los jefes de gobierno europeos reunidos ayer es en que emanciparse del paraguas estadounidense en materia defensiva cuesta dinero. Un dineral. Y si ahora el objetivo es acelerar ese plan o se quita dinero de otro sitio para pagar el gasto o se consigue dinero nuevo a la manera en que lo hacen los Estados: pidiéndolo prestado.
Sánchez repite la fórmula que le salió bien -incluso muy bien- hace cinco años con la pandemia. Hacía falta una inversión extraordinaria porque los presupuestos nacionales se habían visto arrollados por la emergencia. Y la forma de asistir económicamente a los países más castigados -España, por ejemplo, con el turismo hundido- era emitir deuda mancomunada: todos a una pidiendo dinero prestado, y compartiendo el riesgo, para poder inyectar dinero en lo que hacía más falta.
Es notable cómo el presidente Sánchez proclama, con solemnidad, que mantiene su compromiso de elevar hasta el 2% del PIB nuestra inversión para 2029. Primero, porque es precisamente eso, un compromiso firmado por su gobierno en la cumbre de la OTAN de la que fue anfitrión, y con gran lucimiento -qué menos que cumplir los compromisos que uno adquiere, por más que el presidente haya hecho de lo contrario su santo y seña-.
Hay Consejo de Ministros esta mañana. Que igual es ahí donde hacen falta cascos azules. La expectación es máxima por si se animara el gobierno a ofrecer la segunda parte del pique Díaz-Alegría a cuenta del salario mínimo o lo de lo que sea. O aún mejor, por si se animara el Gobierno, en aras de la transparencia en el debate público, a programar para hoy una comparecencia conjunta de María Jesús Montero y Yolanda Díaz en la pudieran departir sobre neoliberalismo, populismo, sentido común y satanización de los impuestos. He dicho una comparecencia conjunta pero, en realidad, sería un careo. Impagable desde el punto de vista mediático. La vicepresidenta dos diciéndole a la uno: ‘tú muy de izquierdas igual no eres’.
El PSOE está en esta posición tan curiosa de predicar la bondad de que los perceptores de un salario de mil doscientos euros al mes contribuyan al sostenimiento de los servicios públicos y, a la vez, celebrar que casi ninguno de ellos vaya a tributar nada. Dígalo usted, señora Peña.
Una vergüenza, dice el PP, que rentas de 16.500 euros al año tengan que declarar IRPF. Es verdad que con Rajoy en el Gobierno tenían que hacerlo quienes ingresaban más de 14.000 -el mínimo exento era bastante más mínimo-, pero hay que entender que los tiempos cambian y que en aquel tiempo tan lejano (2017) el PP no lo llamaba impuesto a la pobreza. Si acaso, en aquel tiempo lo llamaría así el PSOE. Ya saben cómo funciona esto. Feijoo y Yolanda Díaz forman esta insólita pareja sorpresa del invierno: unidos por el mínimo exento, viva el amor. Hasta el punto de que la vicepresidenta dos ya cita al PP como fuente de autoridad para defender que lo suyo es puro sentido común.
Ahí lo tiene: Yolanda Díaz ensalzando el sentido común de Feijóo y recriminándole la falta de sentido común a Sánchez. El presidente tiene el enemigo en casa. Claro que ya se sabe que el sentido común es eso que uno (o una) invoca para darse la razón a sí mismo (o misma). Díselo a Trump, que cualquier pregunta la despacha diciendo que es de sentido común defender lo que él defiende.